Tuesday, March 19, 2013

TODO NUESTRO AMOR LO DEBEMOS A DIOS

Jesús, el Profeta como Moisés, presto mucha atención a los versículos del capítulo 6 de Deuteronomio. Un escriba le preguntó que cuál era el más importante de los mandamientos de la Ley. Marcos 12:29 registra su respuesta:
"Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor es..."
Si fuésemos creación de muchos dioses, todos tendrían derecho a nuestro amor. Pero la característica mayor de Dios es que es uno. Solamente él tiene derecho a nuestro amor. El resultado de este hecho es el mayor de los mandamientos; lo debemos amar con todo el corazón, el alma, la mente y el entendimiento; y a él solamente.

Si todo nuestro amor es para Dios, entonces no se puede dividir. ¿Quiere esto decir que no podemos amar a alguien más, y que no vamos a amar a nuestros consortes, nuestros hijos y las demás personas? Jesús se apresuró a decir que el Segundo gran mandamiento es:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31, citando Levítico 19:18).
The Christian husband should love his wife (Ephesians 5:25). El marido cristiano debe amar a su esposa (Efesios 5:25). Ni Dios ni Moisés consideraron que este tipo de amor le restara fuerza al amor de Dios. ¿Y por qué? Porque es la voluntad de Dios que nos amemos todos. La forma más eficaz de amar a Dios es obedecerle.
"Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos" (1 Juan 5:3).
Si Dios es el Señor verdadero, es merecedor de nuestra obediencia absoluta. No podemos decir que le amamos, si olvidamos quién es y lo que se merece. El amor verdadero hará que lo tratemos como Dios verdadero que es. Por lo tanto, cuando amamos a otros como él nos ordena, esto cabe perfectamente dentro del esquema de amor y devoción que le debemos.

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